Gente menuda.

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La frase "nacemos puros en lo más alto, pero poco a poco vamos bajando vendiendo nuestra alma al diablo a cambio de una eterna condena", tiene una connotación religiosa de la que no estoy para nada de acuerdo, aún asín (¬.¬ hasta el Word lo marca como falta de ortografía.), me ha servido como “inspiración” para hacer una pequeña reflexión.

Así es, nacemos puros, inocentes, felices y llenos de energía e imaginación, es la vida junto con esta mierda de sociedad, que por otro lado y en mi opinión, es la mejor que hemos conocido si echamos la vista atrás, las encargadas de, con sus palos, problemas e injusticias, ir desgastando todas estas…  cualidades, actitudes etc.

Envidio la felicidad que tienen y la capacidad de adaptarse a sus pequeños problemas y aun así seguir sonriendo y jugando como si nada pasara, encima, no les hace falta nada para poder jugar y pasárselo bien, desbordan imaginación,  ¿qué es de esta imaginación, en muchos de nosotros, cuando nos hacemos mayores? Qué pena.

Me encanta la confianza que cogen y el cariño que cogen y dan enseguida con el primero que les hace cuatro tonterías y juega un poco con ellos.

Ayer, cuando llegué al trabajo, creo que varios niños le habían preguntado por mi a mi compañera, uno de ellos en cuanto me vio, desde lejos salió corriendo gritando Nacheteeee, a un metro de mi pegó un bote y me dio un abrazo lapa. Ayer era el tercer día que estaba con ellos y con este niño en concreto solo había estado uno porque el segundo no vino, a pesar de ser una personita “desconocida” para mi e incluso yo para él, el abrazo me llenó muchísimo porque lo sentí sincero. Luego, otro bastante más pequeño, creo que por el comboi de salir corriendo y porque es cariñoso, también vino, pero a este le tuve que ayudar a subirse. Algunos de los demás empezaron a preguntarme, ¿hoy nos harás más trucos de magia?, ¿haremos esto?, ¿haremos lo otro?

Me considero una persona muy tolerante, capaz de aceptar a las personas tal y como son, este o no de acuerdo con su forma de ser y capaz de escuchar a todo el mundo, aunque en un principio crea que no voy a estar de acuerdo o no me vaya a aportar nada, porque todo el mundo tiene algo que decir y porque de todo el mundo se puede aprender  algo incluso de los peques, que esto mismo es lo que me han enseñado a mi. Bueno, ellos y la educación que he recibido. También me han enseñado a no perder, en los momentos que se pueda y toque cierta tontería y cierta niñez.

Obviamente todo esto se debe a su inocencia, a la ausencia de maldad que tienen, al desconocimiento de lo que está bien o lo que está mal y es por esto que creo que nosotros, “los adultos”, tenemos la responsabilidad de hacer lo posible para proteger y así que ellos mantengan esta inocencia, confianza  y felicidad el mayor tiempo posible, de no aprovecharnos de su desconocimiento sobre lo bueno y malo y enseñarles a discernir correctamente entre uno y otro mediante su educación, que a su vez también consiste en prepararlos para lo que se encontrarán en el futuro.